“Llegué a instalarme en la casa de mi abuela y decidí que no me quería ir. Quería vivir aquí, rodeada de naturaleza, sin el ruido de todos los coches… Tenía que buscar la manera de quedarme”,
Conjugoo, un restaurante coctelería donde los ingredientes empleados fueran productos locales, donde hubiese el mismo número de mujeres y hombres trabajando, y donde las jornadas semanales fuesen de 35 horas.
Gracias a los programas de mejora de la empleabilidad de Acción contra el Hambre, personas en situación de vulnerabilidad, como Gisela, que llegó a España hace apenas un año, adquieren las herramientas necesarias para desarrollar sus proyectos