Datos que alimentan políticas: Herramientas para mapear el hambre invisible en España
Abrir la nevera debería ser un acto de certeza, no de incertidumbre. Sin embargo, para más de seis millones de personas en España, cada día pesa la duda sobre si mañana faltará variedad de alimentos o si podrán costearse los nutrientes necesarios para todos los miembros de la familia.
Esa inquietud cotidiana de preguntarse si el presupuesto alcanzará para la fruta y la proteína define el “hambre invisible”. Y es que, lejos de mostrar una despensa vacía, la inseguridad alimentaria se manifiesta en nuestro país en preocupaciones constantes, en reducir porciones o en saltarse comidas, generando impactos que van más allá de la mera carencia calórica. Generando deficiencias nutricionales.
Por qué medir lo que no se ve
La falta de datos precisos sobre esta realidad, a menudo tan invisible y tan complicada de medir, provoca que, muchas veces, las políticas sean apuestas a ciegas. En palabras de Carlo Cafiero, economista senior de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), “lo que no se mide no se puede gestionar”.
Por eso, cuantificar la inseguridad alimentaria en nuestro país, de manera rigurosa y sistemática, es como encender luces en un túnel: con esa claridad, las administraciones públicas y las ONG podrán definir exactamente a quién ayudan y dónde dirigir sus esfuerzos. Un análisis sólido con datos detallados permitiría anticipar una crisis antes de que estalle, ajustar presupuestos y valorar el éxito de las iniciativas en materia de seguridad alimentaria. En definitiva, una medición que nos permitiría transformar el dato en decisión.
Herramientas que nos acercan a las cifras de hambre invisible
A día de hoy, España dispone de un abanico de metodologías que, desde distintos enfoques, iluminan las múltiples facetas de la inseguridad alimentaria y nos permiten vislumbrar algunos efectos de esta realidad. La Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística (INE), por ejemplo, es una de las principales lentes oficiales que se aproximan a la situación de los hogares españoles, e incluye datos como la cantidad de familias que no pueden permitirse una comida de carne, pollo o pescado al menos cada dos días.
Estos indicadores, aunque no ofrecen información detallada sobre el hambre y la inseguridad alimentaria en nuestro país, sí que permiten tener una visión general de las dificultades económicas que pueden llegar a traducirse en inseguridad alimentaria.
De manera puntual y con muestras más reducidas de población, se han realizado también otras encuestas que abordan directamente la inseguridad alimentaria a través de los medidores de la Escala de Experiencia de Inseguridad Alimentaria (FIES) de la FAO, uno de los indicadores más recomendados. Ejemplo de este tipo de estudios es la investigación “Alimentando un futuro sostenible” (2020), que reveló que un 13,3% de los hogares españoles (alrededor de 6,2 millones de personas) experimentaban algún nivel de inseguridad alimentaria. Estudios como este subrayan la necesidad de contar con herramientas sistemáticas, especializadas y continuas para monitorear esta problemática.
A nivel internacional, la FAO utiliza varios indicadores para monitorear la inseguridad alimentaria. Uno de ellos es la Prevalencia de la Subalimentación, que estima el porcentaje de la población que se enfrenta a una grave privación de alimentos. Sin embargo, esta no permite identificar poblaciones vulnerables específicas dentro de los países, lo que dificulta el objetivo no dejar a nadie atrás. Por otro lado, la Prevalencia de Inseguridad Alimentaria Moderada o Grave, basada en la Escala FIES, ofrece una estimación más detallada del porcentaje de la población que enfrenta dificultades para acceder a suficientes alimentos inocuos y nutritivos, ya que se centra en la experiencia directa de los hogares, permitiendo una comprensión más precisa de la situación.
Las ocho preguntas de la Escala FIES para medir la inseguridad alimentaria
Finalmente, la Clasificación Integrada de las Fases de la Seguridad Alimentaria (CIF) es una herramienta internacional que categoriza la gravedad de situaciones de seguridad alimentaria mediante una escala de cinco fases, y que ayuda a identificar las necesidades y a dirigir las intervenciones de manera más efectiva.
De la medición a la acción: la propuesta de Acción contra el Hambre
En Acción contra el Hambre, todos estos medidores nos han llevado a una conclusión: si queremos medir la inseguridad alimentaria de forma rigurosa para impulsar políticas públicas efectivas, tenemos que implementar a nivel nacional herramientas que se sirvan de la metodología FIES. Por eso, quisimos dar un primer paso con un programa piloto de Innovación Social para la empleabilidad y la seguridad alimentaria en la Comunidad de Madrid. Iniciativa que emplea la Escala FIES, indicadores propios y herramientas digitales para recopilar datos en tiempo real y que, esperamos, muy pronto escale a nivel nacional.
Y porque sabemos que medir es fundamental, y que los datos no solo alimentan políticas públicas, sino también a las más de 6 millones de personas que padecen inseguridad alimentaria en nuestro país, celebramos la jornada “Datos que alimentan: Seguridad alimentaria en el marco de la protección social”. Un espacio donde, de la mano de especialistas en la materia, reflexionaremos sobre el uso de todas estas herramientas analíticas para formular políticas públicas que garanticen la seguridad alimentaria y nutricional de la población sobre datos objetivos y detallados.
El 19 de junio de 2025 nos acompañarán en el Auditorio de Acción contra el Hambre (Madrid) destacadas personalidades en la materia, como Carlo Cafiero, artífice de la Escala FIES y economista en la FAO; Thomas Ubrich, sociólogo del Comité técnico de la Fundación FOESSA y Ángela García, directora general de Red2Red.
Además, intervendrá el jefe del Área de Innovación Social en la Subdirección General de Calidad e Innovación de la Comunidad de Madrid, Luis Pérez Rodríguez, en representación de la institución donante, y explicará cómo se integran los procesos de aprendizaje e innovación –como la herramienta propuesta por Acción contra el Hambre– en la toma de decisiones e implementación de políticas públicas.
Una oportunidad de ver cómo cada cifra, cada gráfica y cada dato puede traducirse en políticas nutritivas para toda la sociedad. Porque el hambre invisible deja cicatrices profundas, pero se desarma con información rigurosa, voluntad política y colaboración social. Solo así convertiremos el derecho a la alimentación en una realidad palpable para cada familia española.
