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Marina Reina para Acción contra el Hambre.

Más allá del plato: El derecho, y no el privilegio, a una alimentación adecuada

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En un mundo donde la abundancia coexiste con la escasez, el derecho a la alimentación emerge como un pilar fundamental para garantizar la dignidad humana. Comer no debería depender del lugar donde se nace, del dinero que se tiene o de la suerte que haya ese día, esa semana, ese mes. 

Alimentarse de forma adecuada es una necesidad básica, pero también es un derecho humano reconocido internacionalmente. Un derecho que protege nuestra dignidad y nuestra salud. Sin embargo, aún está lejos de cumplirse para muchas personas en todo el mundo… Y también en España, donde la inseguridad alimentaria persiste.

 

Reconocimiento internacional del derecho a la alimentación

La Declaración Universal de los Derechos Humanos, en su artículo 25, establece que toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que garantice su salud y bienestar, incluida la alimentación. Lo refuerza también el artículo 11 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, que España ratificó en 1977, comprometiéndose así legalmente a garantizar este derecho para toda su población.

 

Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona a un nivel de vida adecuado para sí y su familia, incluso alimentación, vestido y vivienda adecuados, y a una mejora continua de las condiciones de existencia. Los Estados Partes tomarán medidas apropiadas para asegurar la efectividad de este derecho, reconociendo a este efecto la importancia esencial de la cooperación internacional fundada en el libre consentimiento.

 

Pero ¿qué significa realmente el derecho a la alimentación? No se trata solo de tener comida en el plato, sino de que esa comida sea suficiente, segura, nutritiva y asequible. La gerente del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas y coordinadora de la Clínica de Nutrición y Dietética de la Universidad Católica de Valencia, Alma Palau, explica la diferencia entre el hambre cero y la desnutrición cero.

Si bien el derecho a la alimentación podría centrarse, en un primer momento, en el acceso a alimentos suficientes, el concepto de derecho a la nutrición amplía esta perspectiva y pone el foco en la calidad y adecuación de la dieta para satisfacer las necesidades nutricionales de las personas. Este enfoque reconoce que una alimentación adecuada no solo previene el hambre: también promueve la salud y el bienestar general.

Solo así se garantiza la seguridad alimentaria: cuando una familia puede acceder a ella cada día, sin depender de ayudas puntuales ni de la buena voluntad de terceros. Sin tener que elegir entre pagar el alquiler o hacer la compra con alimentos de calidad.

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Desde Acción contra el Hambre queremos hablarte sobre el derecho a la alimentación, la medición de la inseguridad alimentaria en España y el diseño de políticas públicas que ayuden a hacer frente a este problema estructural. Queremos presentarte nuestro programa piloto de Innovación Social para la Empleabilidad y la Seguridad Alimentaria en la Comunidad de Madrid. 

¿Te lo vas a perder? Te esperamos el 19 de junio en la jornada “Datos que alimentan: Seguridad alimentaria en el marco de la protección social”.

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¿Por qué hablamos de derecho y no solo de ayuda?

Cuando algo es un derecho, no depende de la caridad, sino de la justicia. En general, la respuesta pública frente al hambre sigue estando muy centrada en enfoques asistenciales: bancos de alimentos, comedores sociales, distribución de cestas. Son recursos necesarios y muchas veces urgentes, pero no son suficientes para acabar con un problema estructural.

El hambre en España no es solo una cuestión de escasez de alimentos, sino de preocupaciones, de reducir porciones o de saltarse comidas. Más de 13% de los hogares sufren inseguridad alimentaria, lo que equivale a más de seis millones de personas. Uno de cada tres menores vive en situación de pobreza, en familias que no pueden permitirse una comida de carne, pollo o pescado al menos cada dos días. Y a pesar de estas cifras, el derecho a la alimentación no está reconocido en la Constitución española. 

 

Políticas públicas para la defensa de la alimentación

En un país que asegura atención médica y escolarización obligatoria hasta los 16 años, ¿por qué no garantizamos también el acceso mínimo a alimentos? Esto se pregunta el especialista en agricultura y nutrición, y activista por los derechos humanos, José Luis Vivero Pol. Imaginemos una política pública que asegure al menos una comida completa y saludable al día para cada persona. Que ningún niño ni niña pasara hambre en casa o en la escuela. Que las familias que viven por debajo del umbral de ingresos tuvieran derecho a un bono alimentario.  No sería un gasto, sería una inversión en salud, equidad y futuro.

En Acción contra el Hambre trabajamos para que este derecho sea una realidad, y lo hacemos desarrollando programas que combaten la inseguridad alimentaria y promueven la autonomía económica de las personas a través de la inserción sociolaboral

Acompañamos a familias en situación de vulnerabilidad con itinerarios de empleo y emprendimiento, formación y apoyo nutricional. Promovemos hábitos de vida saludables y trabajamos mano a mano con entidades públicas y privadas para que las respuestas al hambre se basen en derechos.

Una de las organizaciones referente es la FAO, que juega un papel crucial en la promoción y defensa del derecho a la alimentación, y brinda apoyo técnico a países para el desarrollo de políticas alimentarias con enfoque de derechos. La FAO nos ayuda a trabajar por el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 2: poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y mejorar la nutrición. Un propósito que implica transformar los sistemas alimentarios, repensar nuestras prioridades como sociedad y reconocer que los alimentos no son un lujo ni una mercancía. Son un derecho.

Y garantizar ese derecho es una responsabilidad colectiva y una cuestión de justicia. 

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